jueves, 8 de diciembre de 2016

Waterfall hotel


   Se trata de un pequeño albergue de montaña para jóvenes de la RDA abandonado hará unos 25 años, probablemente tras su disolución o como pudimos comprobar por que el edificio se incendió.
 
   Aunque no nos gusta mucho la idea tenemos que aparcar casi obligatoriamente en la mismísima entrada principal, que se encuentra totalmente cerrada, pero no es un gran problema ya que, gracias a nuestro propio coche podemos taparnos de las miradas indiscretas y deslizarnos por un agujero que encontramos en un cobertizo junto al edificio.



   Una vez dentro del recinto somo prácticamente invisibles. Estamos a dos metros por debajo del nivel de la carretera y una espesa vegetación nos cubre. No tardamos en encontrar una ventana abierta o como mas tarde descubrimos, una gran puerta que llevaba directamente a la parte de las habitaciones.



   Una vez dentro nos encontramos con un edificio muy solido pero repleto de filtraciones y goteras, en algunas zonas parece como si de una cascada se tratara. Los muros están en buen estado, pero los recubrimientos de madera y aislantes están totalmente colgando o caídos en el suelo, si a esto le sumamos lo estragos de un incendio nos da un escenario decadente, húmedo y oscuro con pinceladas verdosas de musgo y moho. Nada mal.




   Me separo de mis compañeros y comienzo a explorar la zona de los dormitorios. Como es habitual en este tipo de lugares cada habitación cuenta con una o dos literas, una lavabo, un pequeño armario e incluso un escritorio. La mayoría de estas son transitables, algunas están muy echadas a perder por el fuego o simplemente cae tanto agua del techo que prefiero no entrar.









   Esparcidos por este siniestro escenario encuentro gran cantidad de material deportivo, como trineos de madera, esquíes y botas de esquiar. Como ya he dicho el lugar se encuentra en una preciosa zona de montaña.
   Conectados por un pasillo con paredes de vidrio se comunican la zona de dormitorios y las salas comunes, las cuales por cierto tampoco se libran de goteras.
   Me gusto mucho encontrar en una de las paredes del pasillo un tablón con recortes de periódico que hablaban de actividades deportivas llevadas a cabo por la gente del albergue, así como algunos textos y fotos de la época que nos ponen al corriente del día a día del lugar y nos dan pistan sobre la fecha en que se cerró.


   En esta nueva zona, en la que me encuentro con mis compañeros lo mas destacable, a parte de la cocina es sin duda alguna el salón comedor. Totalmente dejado en manos del agua y la humedad el escenario no puede ser mas decadente.




   Algunas sillas se encuentran aun colocadas aparentemente en su sitio y nos resulta cuanto menos curioso encontrar postales entre las cuales aparece una foto antigua de ese mismo salón con todas sus mesas y lamparas. Lamparas que por cierto, como pudimos comprobar al ver los cables cortados habían sido robadas en su mayoría.






   La cocina y la recepción se encuentran totalmente revueltas y no ofrecen fotos demasiado llamativas, pero si que llama la atención los botes de conserva fechados en la década de los 90. El piso superior donde se presupone que vivían los dueños del albergue esta totalmente quemado y aunque desde fuera no se podía apreciar esta planta se encuentra en un estado completamente ruinoso.





   Hasta aquí nuestra visita. Este tan solo ha sido uno de los lugares que visitamos en nuestro ultimo viaje a Alemania y aunque no sigo ningún orden cronológico, si que espero poder poner todo lo que vimos por allí.


domingo, 16 de octubre de 2016

Kelenföld art decó power plant


   Seguro que muchos de los que seguís este blog, al igual que yo alguna vez se os ha ocurrido poner en un buscador el nombre de cualquier país seguido de la palabra "urbex" solo para curiosear los sitios mas clásicos o mas de moda en ese momento en el país en cuestión. Así es como comienza mi interés por esta planta eléctrica en pleno corazón de Budapest, Hungria. No seria hasta hace un mes que visitando la capital húngara con mi pareja y amigos les "convencí" de que me acompañaran a echar un vistazo.


   Las plantas eléctricas son algo que nos fascinan desde siempre, pero esta en concreto, con una sala de control estilo art decó tan increíble, y la estructura ovalada de cristal que sirve de tragaluz, no tardo en convertirse en uno de mis referentes a visitar.

   Aunque no voy a engañar a nadie, esto NO es urbex de ninguna manera. La central de Kelenföld con sus mas de cien años de historia aun sigue funcionando, es tan solo una parte la que se encuentra en estado de abandono. A pesar de que el acceso al edificio que nos interesa es relativamente sencillo, ya que no tiene puertas y para colarse en el recinto basta con buscar un agujero en la alambrada o arrastrarse bajo una puerta, nos encontramos una sorpresa.















   Una de las puertas esta abierta y hay personas entrando y saliendo con toda tranquilidad. Me temo lo peor y una vez dentro parece ser que hay varios grupos de personas acompañados por una especie de guías, que ya sea en ingles o en húngaro les enseñan las partes mas importantes del lugar mientras cuentan su historia.




   Un chasco desde luego, aunque por otra parte no puedo obviar el hecho de que tras varios años de espera puedo ver con mis propios ojos este lugar. También es cierto que el controlar la gente que entra, propicia que la central no sufra mas vandalismo ni pintadas ya que en otro tiempo estaba expuesta a cualquier tipo de visita de dudosas intenciones.







   Inmediatamente nos desmarcamos de los grupos ya que hemos entrado por nuestra cuenta y empezamos a inspeccionar los interminables pasillos y escaleras del edificio, procurando esquivar a otra buena cantidad de personas que como nosotros también quieren fotografiar el lugar sin que en cada toma aparezcan media docena de turistas.








   A pesar de todo la planta eléctrica es un lugar increíble y decadente repleto de aparatos y estructuras para manejar grandes voltajes. También hay muchas partes desmanteladas donde tan solo podemos intuir lo que existió ahí en otro tiempo. Hay algunas puertas y escaleras cerradas que en ocasiones resultan fáciles de evitar y otras no, aunque la mayoría de las veces no encontramos nada interesante y simplemente están cerradas para evitar peligros. En cuanto a esto, también es de agradecer que los agujeros en el suelo típicos de este tipo de lugares se encuentran tapados.








   De vez en cuando nos asomamos ala sala de control con la esperanza de encontrar pocas o ninguna persona, pero se convierte en tarea imposible. Nuestra amiga Noelia finalmente y en inglés termina levantando la voz para sugerir que "Tal vez, a todos los que estábamos en la sala nos gustaría hacer una toma general y sin gente y que lo mejor sería juntarnos en el mismo punto de la sala para hacerlo" Curiosamente, todos los que allí estaban también pensaban los mismo y en apenas unos segundos todos conseguimos lo que queríamos.














   Continuamos recorriendo los pasillos de reparto, vacíos de instrumentos y cableado por supuesto, pero aún podemos leer a que parte o zona de Budapest y alrededores iba a parar la energía. Chenko aparece después de un largo rato para sugerirnos el visitar las piscinas y calderas de los pisos inferiores, accesibles a través de un hueco en una puerta cerrada, aunque mas tarde vimos que era innecesario pues desde fuera de la central esa zona es perfectamente accesible.
   Encontramos una nave casi vacía con raíles en el suelo por donde aparentemente se podían desplazar las calderas aunque esto ultimo no lo comprendo bien. En una sala completamente a oscuras encontramos una de esas calderas efectivamente preparada para moverse en los raíles.













   Para terminar la visita recorremos las ultimas salas que nos faltan y hacemos algunas fotos de detalles antes de irnos. Este es un viaje entre amigos para visitar la capital húngara, algunos de sus pueblos mas pintorescos y sus parques naturales, así que los abandonos se han acabado. Pese a ser un lugar visitable con permiso y no ser propia mente una incursión como las que solemos hacer siempre me voy con buen sabor de boca por haber podido recorrer uno de esos clásicos que tanto anhelaba desde siempre.