Después de casi dos años volvemos a la carga, volvemos a nuestros viajes anuales en busca de nuevos lugares que explorar en el extranjero, a pasar varios días sin parar apenas para descansar. Tenemos una buena cantidad de lugares y otros pocos en reserva por si acaso, una ruta cuidadosamente planeada y sobre todo mucha ilusión (y nervios, nos hacemos mayores). Bienvenidos a Italia.
Como es costumbre hemos formado nuestro equipo inamovible de cuatro personas: Sevilla, Chenko y yo mismo, con la peculiaridad que en esta ocasión Adolfo, pese a participar activamente en la planificación, no pudo venir por motivos de trabajo y lo sustituye Mario, un amigo de Madrid también muy experimentado en este tipo de "excursiones - incursiones"
Comenzamos como siempre: salir del aeropuerto, conseguir un coche, empezar a meter coordenadas al GPS y hacer cientos de kilómetros. Nuestra primera parada no esta a mas de cuarenta minutos. Se trata de un emblemático castillo olvidado en una tranquila localidad, algo sencillo por ser la primera visita. Tan sencillo como aparcar en un sitio apartado, coger el equipo, moveros rápido y sin ser vistos, hasta encontrar una entrada, que en esta ocasión se trata de un pequeño ventanal en el sótano que nos deja en una demacrada cocina, aunque posteriormente descubrimos que existía un acceso mucho mas sencillo por una puerta trasera rota.
A pesar de su estado un tanto ruinoso el lugar presenta bastante solidez lo que facilita movernos por el sin mucho peligro. Pese a su condición de abandonado y tras haber sido saqueado y vandalizado el castillo ofrece muchos detalles que fotografiar, como son los frescos que iremos encontrando y los elaborados techos de algunos salones. Evidentemente los detalles ornamentales no pertenecen a su estructura original, ya que el castillo original se empezó a construir en 1170 y de esa época apenas quedan vestigios salvo algunos tramos del muro y el foso que lo rodea. De hecho el feudo se remonta a mucho tiempo antes, hablamos del año 965, lo que convierte este lugar en el mas antiguo que hemos visitado nunca. Aunque el edificio en el que estamos se supone es una reconstrucción del castillo original llevada a cabo en 1901.
Sin duda el salón principal es el mas colorido y mejor conservado, a pesar de que a alguien le pareció divertido "retocar" de forma estúpida y poco cuidadosa los retablos que encontramos en los muros. Que tratan por ejemplo de costumbres de campesinos, motivos medievales o escenas religiosas.
El patio interior también es muy impresionante. Rodeado de un grueso muro de cuatro metros de altura recuerda el viejo esplendor de esta fortaleza. El jardín, completamente descuidado también cuenta con un pozo y un gran porche con arcos y columnas, por supuesto pintado con frescos, que pese a estar a la intemperie se conservan bastante bien.
En esta fachada podemos encontrar ademas algunas placas conmemorativas que nos hablan de la edad del castillo o de su reconstrucción hace mas de un siglo y existe otra placa que no vimos, tal vez por que se encontraría fuera que conmemora los mil años del lugar.
Ahora pasemos a recorrer los pisos altos, que aunque vacíos tienen mucho que ofrecer.
Probablemente lo mejor de esta zona es el poder subir a las partes altas y contemplar las vistas desde los ventanales y terrazas. Los pisos superiores quizás son los mas castigados por el vandalismo y el robo, donde podemos observar que algunos frisos de madera han sido arrancados, por no hablar del mármol que componía las antiguas chimeneas.
Como curiosidad descubrimos unas pequeñas portezuelas correderas a la altura de los roda pies (también robados) las cuales Chenko no tardo en deducir que se trata de un arcaico sistema de calefacción que transcurría entre los muros.
Para terminar, accediendo por un agujero en una ventana tapiada encontramos otro gran salón con chimenea, aunque no tan señorial como el principal, este también cuenta con frescos de aspecto mas antiguo y mosaicos en el techo. Desde aquí se accede a una oscura habitación también pintada por completo con motivos medievales, aunque con muy mala luz para fotografiarla bien. Una puerta cerrada nos impide subir las escaleras de la torre del ala derecha, de hecho tosas las entradas a esta zona están bien tapiadas.
Y hasta aquí nuestra primera incursión urbex en tierras italianas.Ahora vamos hacia nuestro siguiente destino, mientras en la radio del coche Franco Battiato maltrata nuestros oídos con una bizarra versión del cucurrucucu paloma...
¡Nos vemos!
Un placer de placeres vuestras imágenes. Gracias
ResponderEliminarUn placer como siempre tener algo nuevo que compartir con vosotros. Gracias a ti por visitarnos y comentar.
EliminarMuy bonito, está bien ver un reportaje completo aparte del típico salón que todos ponen. Igual nosotros también paramos un ratito allí, depende de como vaya el tiempo. Un saludo.
ResponderEliminarTu lo has dicho, en este viaje nos hemos encontrado muchos lugares donde la gente solo había hecho una o dos fotos y luego descubrimos que el sitio daba muchísimo de si, pero como siempre la diferencia es que unos buscan fotos concretas y otros quieren explorar y mostrar cada lugar visitado.
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